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viernes, 16 de mayo de 2014

La relación entre las emociones negativas y el dolor


 La estrecha conexión entre el cuerpo y la mente puede ser usada para mejorar el desarrollo de una enfermedad, disminuir la intensidad del dolor y reducir el tiempo necesario para curarse. Pero, en cambio, puede pasar desapercibida y dar la sensación de que el ser humano vive a merced de los estímulos externos y está condenado a sufrir.

Teoría multidimensional del dolor

Según la teoría multidimensional del dolor, desarrollada en 1968 por Melzack y Casey, en toda sensación de dolor se encuentran interrelacionados tres dimensiones diferentes: la sensorial-discriminativa, la cognitivo-evaluativa y la motivacional-afectiva. De esta manera, la experiencia de dolor no sólo es única para cada individuo que la padece, sino que no es posible explicar o transferir de manera exacta a nadie, ni siquiera a alguien que ha sufrido algo similar.

Cuerpo, mente y alma

Cada vez que se siente dolor, además del “sentir” propio de ese molesto estímulo en el cuerpo, ubicando la localización y la intensidad, las personas lo piensan o racionalizan (quizás reaccionan, piensan o analizan su origen o causa) y también lo viven como un sentimiento o emoción (algunas veces es casi imperceptible, pero otras genera tristeza, vulnerabilidad o miedo). Esto último se ve mucho más en aquellos que sufren de dolor crónico y han hecho de esta sensación un compañero de vida.

Emociones positivas y emociones negativas

Algunas emociones se relacionan o no con la salud, el bienestar y la felicidad, y por eso se consideran positivas o negativas. Sin embargo, ninguna emoción es positiva o negativa en sí misma, sino que lo que termina siendo positivo o negativo son las acciones que se llevan a cabo apoyados por esa emoción y los pensamientos que se siembran en la mente. Los estudios científicos demuestran que algunas emociones como la rabia, la ira o el miedo son capaces de desencadenar, por ejemplo, un infarto, un resfrío o una infección.

Cómo sanar las emociones


  • En primer lugar, sentir todo lo que surge sin clasificar si es bueno o no. Sólo sentir. Cuando uno deja de juzgar lo que siente, esa emoción se retira como llegó, sin consecuencias.
  • Escribir en un diario. La escritura es un potente canalizador de sentimientos, pensamientos y estados de ánimo.
  • Expresar lo que se siente. Hablar sobre lo que nos pasa con alguien o escribir una carta aunque nunca llegue a destino puede ser de utilidad.
  • Aprender a perdonar, y perdonarse.
  • Mantener un equilibrio en la vida, prestando atención no sólo a todos los roles que se desempeñan a diario, sino al cuerpo, la mente y el alma.
  • Usar el cuerpo como canal de expresión. Terapias como expresión corporal o counseling se apoyan en este principio.
  • Moverse. Salir a correr, a caminar o simplemente golpear una almohada sirven de cable a tierra y desahogo.
  • El arte, en cualquiera de sus formas, también constituye una herramienta importante. Probar, por ejemplo, con pintura, baile o plástica.
  • Dibujar y pintar un mandala es útil y llega a lo profundo de los sentimientos.
  • Escuchar música y cantar.


Algunos síntomas como úlceras de estómago, contracturas cervicales o colon irritable pueden ser la señal que da el cuerpo para avisar que no se están procesando correctamente las emociones. Recordar que el cuerpo, la mente y el alma son una unidad que debe funcionar en perfecto equilibrio.

http://suite101.net/article/las-emociones-y-el-dolor-a21820
Foto: http://marcianosmx.com/wp-content/uploads/2013/03/dolor.jpg

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