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lunes, 6 de enero de 2014

La guerra contra las superbacterias


Se calcula que cada año se registran solo en Europa más de cuatro millones de infecciones intrahospitalarias o nosocomiales –la mayoría urinarias, respiratorias y sanguíneas–, que causan unos 37.000 muertos. En EE. UU., los asesinos microscópicos acaban con la vida de 70.000 pacientes, más que el alzhéimer, la gripe, la diabetes o el sida. La situación es tan grave que las autoridades del Reino Unido alertaron hace unos meses de que nos enfrentamos a un riesgo mayor que el terrorismo: si no se desarrollan nuevos bactericidas eficaces, los microbios podrían llevarnos de vuelta al siglo XIX, cuando las infecciones campaban a sus anchas.

 El problema es que, junto a la automedicación, los antibióticos han sido mal administrados para curar gripes, resfriados y otras infecciones protagonizadas por virus, inmunes a los bactericidas. Por otro lado, los consumidores dejan de tomar la medicación al notar mejoría, antes de que esta acabe con los microbios que le hicieron enfermar. Así, las cepas con genes que les protegen frente a ciertos compuestos sobreviven y se hacen cada vez más fuertes. “Los humanos estamos haciendo la selección”, resume Fernando de la Cruz, investigador de la Universidad de Cantabria y uno de los miembros de EvoTar , proyecto europeo para entender los mecanismos de supervivencia de estos microorganismos.


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