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miércoles, 28 de marzo de 2012

Siete claves para hidratarse también en invierno


Beber en cantidad suficiente evita la retención de líquidos y ayuda a la buena circulación de la sangre
Beber agua es el mejor hábito para evitar retenciones de líquidos e hinchazones de tobillos, sometidos a la presión de botas y calcetines. Además, las bajas temperaturas, si bien parecen esquivar la sed de bebidas frescas, invitan a beber infusiones calientes. Todo suma para una buena hidratación, también en invierno.
Agua del tiempo en las cinco comidas
A más ingesta de agua, mejor se diluyen las sales y más fácil se eliminan. Esto significa que se retienen menos líquidos, una circunstancia que mejora la circulación sanguínea. Para calcular si la ingesta de agua es la adecuada, hay que sumar seis vasos de agua al día, al margen de la cantidad que se bebe en la comida y en la cena, aunque si cuesta mucho beber agua, esta también cuenta.
Se incluyen en la suma medio vaso de agua en ayunas y otro medio vaso justo después de desayunar. Ambos ayudan a despertar el organismo, mientras que un vaso más después de cenar sirve para compensar todas las horas de la noche sin beber. Los otros cuatro vasos, solo cuatro vasos más, recuerdan la necesidad de tomar un tentempié al mediodía y otro a media tarde. Para el resto, cualquier momento es válido.

Siete claves para hidratarse bien


Beber seis vasos de agua al día sin esperar a tener sed y al margen del agua que se tome en las comidas. No hay que olvidar el primero de la mañana, terminado el desayuno, que ayuda a eliminar los fluidos acumulados durante el sueño. El último del día, antes de acostarse, hidrata el organismo por la noche.
Entrar en calor sin contar calorías, gracias a una taza de té o cualquier otra infusión caliente. Son la mejor compañía para un tentempié o un picoteo fuera de hora.
De la misma manera que en verano apetece comenzar la comida y la cena con un gazpacho o un ajo blanco, en invierno, el inicio perfecto es hacerlo con una sopa, una crema caliente o un caldo.
Limitar la sal de los caldos, sopas y cremas. También los potajes pueden realizarse bajos en grasa y en sal, con algunas medidas que no atacan al sabor ni alteran la textura y, sin embargo, reducen valor calórico y evitan la retención de líquidos provocada por el abuso de sodio.
A pesar de que el frío frena la sensación de sed, todavía más si al término de una actividad física hay que abrigarse, se debe proponer beber la misma cantidad de agua o del preparado con sales que en verano. Aunque el primer sorbo no cause el mismo placer que cuando hace calor, la necesidad es igual y, si es preciso, hay que obligarse a beber.
Acompañar las frutas de invierno con toques de color como gelatinas y zumos de naranja y otros cítricos, estimula el paladar y multiplica la hidratación.
La última clave para tener el cuerpo invernal dispuesto a hacer frente a las inclemencias del frío es ser consciente de que, con la ingesta correcta de líquidos, se ayuda a la hidratación de la piel, en especial la más fina, que se expone al aire. Estar bien hidratado no sustituye a los guantes, al gorro o al cacao, pero beber agua, sopas o infusiones, limitar la sal y aprovechar las frutas invernales, ricas en vitamina C, es la mejor fórmula para que los dedos, las orejas y los labios recuperen el calor y la turgencia de manera correcta, lo que evita heridas, sabañones y pupas.

http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/adulto_y_vejez/2012/01/17/206183.php

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