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viernes, 15 de febrero de 2013

Fallos de memoria



A menudo confundimos los fallos de memoria normales y los olvidos frecuentes, ya sean por falta de atención o porque estamos pasando una mala época a nivel emocional, con una pérdida de memoria o un deterioro en nuestra capacidad mental.
Si le preguntamos a cualquier profesor/a de colegio qué suelen olvidar los niños en clase todos los días, lo más probable es que nos comente que, además de olvidar hechos, instrucciones,  conocimientos nuevos, etc., también olvidan todo tipo de cosas, como libros, bolígrafos, gafas, mochilas, ropa de abrigo, y un sinfín de objetos necesarios en su vida diaria. Sin embargo, no escuchamos a  un solo niño decir: “¿Qué me pasa?, tengo 9 años, ¡estoy perdiendo la memoria!”.
En cambio, desde los 25 años y ante cualquier pequeño olvido, acusamos a nuestra memoria de no funcionar debidamente, de ir en declive, en ocasiones culpando a nuestro nivel de estrés de ello. Y a partir de los 60, ¡peor! Comienza a sonar en nuestras cabezas la temida palabra que empieza por “Al” y termina por “zheimer”. Los olvidos normales se empiezan a asociar con el “cumplir años” y finalmente, la pérdida de memoria acaba por convertirse en una “profecía autocumplida”.
Los neurocientíficos están de acuerdo: con una alimentación adecuada, ejercicio y práctica, la memoria puede, de hecho, mejorar a medida que cumplimos años. Por ejemplo, han descubierto que aprender algo nuevo cada día es una de las mejores maneras de fortalecer la mente. Además, jugar al ajedrez o a otros juegos de “gimnasia mental” pueden disminuir el riesgo de sufrir demencias hasta en un 74% (estudio llevado a cabo por el Albert Einstein College of Medicine).
Los juegos que retan y estimulan la capacidad mental, memoria, concentración, etc. ayudan a mantener y mejorar la salud del cerebro (sudoku, sopa de letras, tarjetas de memoria, puzles, rompecabezas, entre otros). Y no sólo este tipo de juegos, sino también actividades como leer regularmente, aprender cosas nuevas, estudiar, aprender idiomas, bailar, escribir, cocinar, dibujar, aprender a “navegar” por internet, practicar tai chí…  Sólo tenemos que elegir las actividades que más nos gusten. El mejor ejercicio mental es hacer algo nuevo que nos suponga algún reto, ya que ayuda a crear conexiones neuronales nuevas.
En definitiva: ser activos física y mentalmente nos mantiene jóvenes y sanos. Debemos cambiar la creencia de que se nace con una determinada capacidad de memoria que empezará a perderse con los años, y sustituirla por la convicción de que la memoria se puede ejercitar y mejorar a lo largo de nuestra vida.

http://www.serviciodepromociondelasalud.es/articulos/182-fallos-de-memoria

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